El mundo material y la espiritualidad El Señor Plátano estaba en la India y se encontró con un gran gurú de alguna doctrina religiosa que obviamente no importa ni nombrar, el cual le dijo al Señor Plátano: “Gran maestro: yo soy como tu, en mi doctrina promulgo la no importancia del mundo material, para mi el mundo material es engaño, confusión e ignorancia, si el mundo creyera en la no importancia de lo material llegarían a la sabiduría, qué mal que están, qué ignorantes son, ¿no?”. El Señor Plátano no dijo nada a ese comentario. El gurú continúo diciendo: “Además, todo se basa en una espiritualidad, la cual es la que merece toda la importancia de nuestra parte”. “Espere un momento. ¿De qué habla usted? ¿Del mundo espiritual? Pero si la espiritualidad no existe, no siga engañado. Yo promulgo la no importancia del mundo material y la no existencia de la espiritualidad. El No importa me enseñó esa gran verdad, aunque si usted cree en esas ficciones del espíritu pues está en todo su derecho y tampoco importa”. El gurú le replicó: “No es posible que el No importa llegue hasta allá, eso no puede ser, pensé que el No importa llegaba solo hasta el punto en el que derriba la materialidad, pero más no lo creo y hacia allá temo ir, es más, nunca llegaré hasta allá”. Además dijo: “Usted, Señor Plátano es una persona demasiado peligrosa y no continuaré hablando con usted”. Fue en ese momento que el gurú se fue a su templo y a predicar a sus miles de fieles la existencia y la importancia de la espiritualidad. El Señor Plátano se bajó de su limosina cerca de la tarima principal en el centro de una pequeña aldea y caminó sobre una alfombra roja dispuesta para él, caminó, subió a la tarima y toda la gente de la aldea lo estaba esperando con mucho entusiasmo y algarabía. Se acerco al micrófono, la gente hizo silencio y empezó este gran discurso, el cual se llama: “El discurso a los paridores de mierda”. Y este es: Después de decir este discurso, el Señor Plátano se fue de ahí después de un gran aplauso de toda la aldea. En dónde y cuándo estaba el Señor Plátano no importa, y qué estaba haciendo menos. Pero lo que él vio fue un muro a punto de caer para edificar una nueva libertad, en el cual estaba escrito el lema “no hay cosas imposibles sino hombres incapaces”, lema que le hizo brotar un gran discurso para él mismo. Y este fue: De esta forma terminó este gran discurso para él mismo. Un día, el Señor Plátano se encontraba caminando por un valle, lejos del pueblo, y sintió unas imperiosas ganas de estornudar pero se resistió, recordó que no importaba y de repente sintió de nuevo muchas ganas de estornudar y eso fue lo que hizo. Estornudó y no le importó.
El Señor Plátano dijo: